Un trabajo más que decente esta “Máquina de guerra” de los veteranos británicos TANK. Atrás quedaron ya esos tiempos de la NWOBHM, donde nos sorprendieron a todos con grandes trabajos como “Power of the Hunter”, “Honour and Blood” o el homónimo “Tank” durante el periodo del 82 al 87. No se supo más de ellos hasta que la llamada de seguidores y las ganas de seguir haciendo lo que mejor han hecho (Heavy metal) les hizo ponerse de nuevo en marcha con una gira de que les hizo reaparecer en el 1997, y con su “ Still at War” en el 2002 , un trabajo a mi parecer muy bueno, pero que quizás no tuvo toda la aceptación que ellos esperaban.
En este 2010 con su “ Machine of War” esperan dar que hablar con una reformada formación que ahora cuenta con: Mick Tucker y Cliff Evans a las guitarras, Dave Cavill a las baquetas, Chris Dale (Bruce Dickinson) al bajo y el mítico vocalista Doogie White (Raimbow, Malmsteen).
El disco abre con el tema “Judgement Day” un tema cañero, con un estribillo bastante pegadizo y unos riffs de guitarras de corte muy clásico que contagian de ritmo al oyente.
La siguen “Feast of the Devil” tema de corte muy Sabbath de la época de nuestro queridísimo y admirado Dio y “Phoenix rising” quizás para mí el tema más comercial sin duda del disco, en el que Doogie White nos demuestra su gran estado de forma.
Con “War machine” nos pasa algo parecido a la mencionada “Feast of the devil”, pero voy algo más lejos y da la sensación de estar escuchando algo parecido a el famosísimo Heaven and hell , un tema, costituido gran parte por una poderosa base rítmica que protagonizan bajo (fantástico Dale) y batería y la melódica voz de Doogie que hace que nos acordemos de nuevo del añorado pequeño ELF.
Tampoco me voy a centrar en hacer una crítica positiva de todos los temas del disco, pues desgraciadamente como la mayoría de las veces hay temas que desde la humilde opinión de este plumilla de poca tinta están de relleno como “Great expectations” y “After all” una baladita un poco insípida a mi parecer y con un ritmo musical que da la sensación de haber escuchado en anteriores ocasiones en baladas de otras formaciones.
Cierran este trabajo tres trallazos rockeros “The last laugh” típica canción de concierto para animar a los presentes animando a canturrear su estribillo, “World without pity” y “My insanity” en los que nuevamente su nuevo vocalista literalmente se sale y las guitarras de Tucker y Evans se encargan de hacer el resto.
Un buen álbum nada innovador musicalmente pero sí apto para nostálgicos que, como yo, muchas veces se refugian en el sonido de bandas como Rainbow, Purple, Sabbath, Saxon, Y&T y otras tantas bandas clásicas de los añorados principio de los ochenta.
David Bender