AZEROTH inició su andadura en el año 2000 con un disco homónimo. Por aquel entonces conformaban la banda Fernando Ricciardulli (bajo y teclados), su hermana María Eugenia Ricciardulli (batería) y Juan Manuel Villagra (batería), como miembros fijos. Al no tener cantante oficial, las voces del disco fueron grabados por Adrián Barilari (RATA BLANCA, BARILARI) y Christian Bertoncelli (RENACER, IMPERIO, BAJEL). El disco quedó sencillamente tremendo.
Su segunda obra “II” fue grabada en 2002 pero no se editó hasta 2008, hecho que provocó que el cantante con el que contaron esta vez, Diego Valdez (HELKER, EYDILLION), se marchara.
Ahora nos encontramos con “Historias y leyendas”, primer disco en que se han comido un poco la cabeza para ponerle título. La banda ha vuelto a cambiar totalmente quedando completada con: Fernando Ricciardulli (bajo) alma y compositor principal, Mario Dorantes y Angel Montagner (guitarras), Alfredo Mondragón (Batería) y Luigi Mondragón (teclados). Para las voces han vuelto a reclutar como mercenario a Christian Bertoncelli, el cual no aparece como miembro del grupo sino como “artista invitado”.
Esta nueva obra no se separa excesivamente de lo realizado anteriormente: composiciones muy trabajadas de heavy/power metal. El disco comienza de forma trepidante con “Cámara de reflexión” y “La promesa”, de la cual realizaron video promocional.
Una muy ambiental (gracias a los coros) “Sombras del terror”, basada en el holocausto, nos lleva a una de las más destacadas del disco “Al final te alcanzaré”. Bertoncelli se sale.
Anna Fiori es voz solista en “The old ways”, única canción en inglés y que sinceramente creo que está metida con calzador en el disco. Rompe bastante con el ritmo que hasta ese momento se había imprimido.
La parte final del disco no tiene desperdicio: la crítica “Leyenda negra“ (basada en la inquisición), la rápida ”Sólo una chance”, “El fin de los tiempos” con unas líneas de bajo realmente logradas y “Mensajero”.
Un muy buen disco cuyo mayor valor es la impresionante voz de Bertoncelli, que lo vuelve a bordar, pero que imagino que por desgracia seguirá sin ser miembro fijo de la banda. También se echa de menos la impresionante pegada de María Eugenia Ricciardulli en la batería, verdadera máquina a las baquetas.
Es un grupo con un gran potencial, pero tanto ir y venir y su demasiado espaciada producción discográfica juegan totalmente en su contra.
Alberto Yayo